viernes, 21 de enero de 2011

"ALIADOS"

Suspiré profundamente mientras mi cuerpo se hacía pesado en el asiento del copiloto, no importaba lo que estuviera viendo en ese momento a través del espejo, la verdad era que mi mente, corazón y cuerpo estaban muy distantes a ese lugar. Abroché con un movimiento casi letárgico el cinturón de seguridad.

Click

Si todo fuese tan perfecto como era un click en una situación como esta el mundo también obtendría ese calificativo.

Un golpeteo de nudillos en el parabrisas delantero me regresó a la realidad, papá estaba intentando llamar mi atención, con el doble sentido de intentar distraerme, hacer de aquella situación menos tensa de lo que ya era, si bien el no estaba de acuerdo con la acción que se avecinaba y lo mejor –o lo poco- como diría mi madre que podría hacer Edward Cullen era intentar relajar su estado de ánimo mientras me daba un poco de terapia paternal.

Bajé el vidrio manualmente, el ya estaba ahí, apoyó los codos en la abertura. Suspiró y meneó la cabeza, ya sabía yo que todo era demasiado bueno como para que el no estuviera merodeando la partida, y en ese momento se río.

-Quizá debería empezar a recitar mentalmente el himno nacional mexicano o la última clase de embriología que recibí- le sonreí

Levantó las manos en señal de inocencia y después colocó uno de los mechones de mi cabello ondulante tras mi oreja.

-No puedo mantenerme muy lejos- explicó a modo de disculpa, y yo tampoco quería que lo hiciera

La mirada de mi padre se torno de dulce a brusca, sus ojos traspasaban el automóvil, no hacía falta ser un adivino como tía Alice, en realidad era bastante simple si tomábamos en cuenta la lista de las personas en las cuales mi padre no confiaba del todo.

-Lleva el teléfono contigo- me dijo y noté el frío de su voz que antes era aterciopelada.

Bufé.

Deslicé los ojos hasta la puerta que se cerraba en el lado del copiloto, un click más. Volví la vista inexpresiva hasta la terracería que aparecía delante de nosotros, el inicio de una soberana tontería que solo las mentes brillantes de Carlisle y Edward Cullen habrían podido establecer, me crucé de brazos y el auto arrancó.

Sentía la mirada furica de mi padre clavada en la nuca y también el par de ojos miel que me observaban desde el asiento contiguo, no quería hacer caso de ellos, en realidad no quería hacer caso de ninguna de las cosas que estaban sucediendo. Ahí estaba yo, clavada en el mustang azul del año de frankinstein.

Noté la siniestra sonrisa que se alzaba en su rostro y lancé otro bufido al aire. Idiota.

La música comenzó como un zumbido suave y lejano hasta que la letra fue haciéndose más presente, era una especie de blues que había escuchado, quizá en los discos de mis padre o en los de los abuelos, para una casa con reliquias que databan desde hacía miles de años no era sorprendente.

Le oí tararear de una manera única, no había nota que desentonara ni siquiera en aquel canto bajo. ¿Cómo podía estar tan tranquilo? ¿Cómo podía sentirme yo tan desesperada y parecer que él ni siquiera se inmutaba?. Sorprendentemente así como su tarareo, era cierto.

-¿Siempre tienes esa actitud?- su voz pareció emanar desde algún lugar desconocido.

Solo le había escuchado hablar una noche y me parecía demasiado vago aquel recuerdo, incómodo intentar recordar su acento, y ahora tranquilizador. Sacudí mis pensamientos ¿tranquilizador?

-Solo cuando tararean- me limité a responderle

El sonrió, deslicé los ojos hasta aquella refulgente sonrisa, yo quería hacer lo mismo. Sonreír. Mi yo interno se abofeteó un par de veces antes de volver la vista a la carretera de Forks a la que comenzábamos a descender. No me debía permitir aquello, yo jamás volvería a sonreír si no le encontraba.

-No se silbar- añadió

Dio la vuelta al volante de una manera tan tosca que me hizo golpear el muslo con la portezuela de mi lado. El coche traqueteo un poco y siguió andando.

-Podrías quedarte en silencio-le sugerí.

Y por supuesto que lo preferiría, si tenía que hacer estos viajes al menos podría ponérmela fácil y no intentar rellenar el espacio con intentos de conversaciones que de cualquier manera terminarían en un rotundo fracaso. Yo no necesitaba hablar, mucho menos con él.

-Podría…- repitió.

Con la mano izquierda se tocó el mentón y volvió a sonreír de esa manera tan sínica que solo él conocía. Estaba segura que estaba haciendo eso adrede, para molestarme.

-… pero no lo haré-añadió y colocó ambas manos en el volante- prefiero cantar, si no te molesta.

Sentí el peso de su mirada y volví la mía hasta él, tenía el cabello mojado y rizos negros le cubrían la frente sus ojos me inspeccionaban a la espera de un asentimiento o una negación, después volvió la vista a la carretera y metió el pie en el acelerador.

-Mira Renesmee en verdad no me importa si quieres escucharme o no- habló con determinación

>> Solo necesito trabajar en equipo, es todo

De nuevo aquel tono sarcástico, irritante y extrañamente gracioso había desaparecido, como la noche cuando me había dicho que me ayudaría y después una máscara se había instalado en su rostro Akun Konibuk era un tipo raro, y no me gustaba estar en su auto. Solo debía hacerlo.

-La persona más indicada para ir es tu hija- le había dicho a mi padre por la mañana
-Renesmee no irá a ningún lado sola
-Piénsalo Edward, entre más gente se mueva, y si hay algo turbio detrás de esto, les será más fácil dar con nosotros, con todos…
-El tiene razón- dijo el abuelo- solo Nessie puede acompañarlo, acuerdo 7 hijo…

Y con aquella conversación mis planes de victoria entre mi padre y el abuelo habían desaparecido, ellos mismos me habían enviado a la guerra, que comenzaba a desatarse dentro del campo minado que representaba el mustang azul y aquel hombre que me producía una sensación de vértigo. No me gustaba su compañía, ni la manera en que sonreía o hablaba, había algo en el que no quería comprender, O no debía hacerlo

Sin embargo ahí estábamos manteniendo una de esas charlas triviales a las que no quería llegar y de pronto aparecía

-dudo que tu y yo seamos como Sherlok Holmes y Watson, en especial por ti, pero lo haré- le respondí

El endureció la quijada y pasamos la línea divisoria hasta Seattle. Fingió indiferencia y lo agradecí

Debíamos estar en Port Angeles a las 3 de la tarde, la siple idea de regresar a esa ciudad me aterraba, pero mi "compañero" no podía notarlo. Seguramente le resultaría asombrosamente divertido. Uno de las aves había recibido el llamado de otro cambia formas en algún lugar del continente, aún siendo mitad humana, mitad vampiro me parecía increíble que el hecho de que pudieran existir seres diferentes. Todo era cierto.

-¿Dónde se supone que estará ese amigo tuyo?-le pregunté intentando accionar la manija de la puerta para bajar el vidrio.

Atascada

Akun sonrió, en lo que pudiera llamarse una sonrisa, más bien aquello era una mueca burlona que me hacía desear darle una bofetada. Estúpido.

Se inclinó y movió la manija con una facilidad asombrosa, quizá el pudiera ser más fuerte, de cualquier manera yo me acercaba más a los estándares de un humano que de un vampiro.

Había dejado de beber sangre para acelerar el proceso de humanización, únicamente bebía un poco todos los días de algún animal, por mi salud, como habría recitado Carlisle, el dejar de lado mi alimentación básica- por el lado vampírico- me había debilitado, claro que jamás lo hubiera notado, mientras él estuviera a mi lado yo siempre sería fuerte, hasta el momento del accidente. La falta de la sangre necesaria en mi sistema me había dejada fuera de combate por un mes en una cama. Ningún vampiro en buenas condiciones se habría amarrado a ese pedazo de madera y colchón tanto tiempo. La tía Rose había lanzado cientos de improperios para calificar mi actitud. Negligente, poco responsable, estúpida, por mencionar los menos dolorosos. Para ella mi sacrificio no había cobrado efecto cuando él desapareció. Ahora yo lo estaba sopesando.

El aire fresco entró en el auto, Akun no perdió el equilibrio ni por un segundo y desvió la vista de nuevo a la carretera. No le agradecí el gesto, me crucé de brazos y esperé que aquella acción incomoda y caballerosa desapareciera con el viento que se colaba entre nosotros. Porque yo no iba a decirle Gracias, cuando era más que evidente que solo me mostraba lo fuerte que podría llegar a ser él y lo débil que yo le parecía.

-Plunkin Shack Café, ahí es donde veremos a Daniel

Me sorprendió su respuesta y el tono de viejos íntimos amigos que utilizó, quizá estaba reconsiderando la idea de tratarme como una aliada y tomarme en cuenta como persona.

>> Descuida, no pediremos nada con ajo- su carcajada me hizo desmenuzar la idea anterior, ese hombre era un completo idiota.

La Cabaña Plunkin Shack Café era un restaurante en el Boulevard de la Marina en Port Angeles, servían desayunos exquisitos para paladares humanos, y tenían el toque especial de elaborar aderezos con ajo deliciosos, clavé los ojos en el parabrisas. Sopese la idea de salir por la portezuela del auto aún en movimiento y correr de vuelta a mis padres. ¿Cuánto tiempo le tomaría a Akun darme alcance? ¿Podría llegar con mi familia antes que él lo hiciera? Desvié la vista desde mi cinturón de seguridad hasta la carretera. Él pisó el acelerador.

-Ni se te ocurra princesa- dijo como si conociera mis pensamientos.

Aquello hirvió la sangre en mi cuerpo, primero el despectivo princesa, y después frustarme los planes de huida. No podía ser posible que los metamorfos de aquella parte del continente tuvieran dones como los vampiros ¿cierto?. Volví el rostro hasta y su mirada se conectó con la mía.

-Es fácil, si te pones a analizar lo incómoda que pareces y lo tensa que has estado, tampoco hablas, y tus ojos se desvían del cinturón hasta la carretera- Akun volvió a inclinarse sobre mi y accionó el botón de seguridad en la puerta de mi lado

Antes de haberle pedido una explicación sobre su infinito conocimiento en la materia de mi cerebro el ya me había dado la respuesta que quería escuchar. No me satisfizo del todo. Pero me tranquilizó, por lo menos no había nada de dones mentales en todo aquello. Se limitaba a simples acciones

-Suficiente has de tener con aguantar a tu padre- añadió

Doblamos en la esquina de la 1st street bajando la velocidad, una calle más y llegaríamos al destino.

-¿Cómo sabes que pensaba en ello?- los nervios comenzaron a reptar como la misma sangre entre las venas de mi sistema. Definitivamente no me gustaba su compañía.

Me miró con una expresión que claramente decía “quieres más explicaciones” y ello me dejó helada después volvió a sonreír con aquella mueca estúpida que obviamente llevaba implícito el “lo sabía”

-¿Tienen alguna clase de… dones?-la idea volvió a tronar con fuerza en mi mente. Tenía que preguntar.

-No- su tono fue seco.

Mi cuerpo salió despedido hacia delante en un frentón brusco, cuando el freno del auto apareció de pronto, el brazo de Akun se interpuso entre el tablero y mi cuerpo evitándome un buen golpe. Primero frenaba como un animal y después me salvaba. ¡Vaya héroe!

-Cuidado princesa-dijo a modo de disculpa y a la vez esbozando su típica sonrisa. Mezquina, si eso era.

Me llevó un segundo encontrar la voz dentro de la garganta, para toparme con su mano extendida a mi lado derecho. Se había movido con la velocidad característica de un ser sobrenatural y ahora había abierto la puerta para invitarme a salir.

Buena obra estábamos dramatizando en aquel sitio, cualquier transeúnte que pasara daría por sentado que éramos una pareja de jóvenes enamorados, el me habría invitado a comer y yo estaba más que encantada. Fue como un sopetón saber que era cierto, de ahora en adelante tendría que fingir, actuar un papel, y el horror de aquella actuación era que lo tendría que hacer al lado de Akun.

Sus músculos se flexionaron debajo de la playera negra que llevaba, parecía un chico normal, nada salido de las selvas brasileñas y mucho menos que fuese un ave. Sus jeans estaban rasgados y los vans que utilizaba algo gastados, pero la pinta de modelo de revista ni siquiera vistiendo harapos se le quitaría. Me di cuenta que era la primera vez que veía a Akun vestido completamente. Tomé su mano y salí del auto.

El Plunkin Shack Café estaba abarrotado como era de esperarse, las tres de la tarde es la hora típica para que cualquier ciudadano común vaya a tomar el lunch. Akun se dirigió a la camarera que atendía a los comensales, como si conociera el lugar perfectamente. Me quedé en el umbral del sitio y pude observar las mejillas sonrosadas de la chica mientras Akun hablaba con ella, si, seguramente estaba demasiado nerviosa ante su presencia y aspecto, “pobre mujer, si supiera que es un idiota.” Añadió mi yo interno.

Akun volvió con su típica sonrisa y me tomó de la mano sin previa anticipación, su contacto fue cálido, como no esperaba que fuese y acercó su boca a mi oído.

-Daniel ha llegado, ella nos mostrará el lugar- me dijo y el cuerpo se me tensó.

-¿Qué le has hecho?-le pregunté en un susurro y sentí su sonrisa.

Quería liberar mi mano de la suya, pero a la vez sabía que debía actuar perfectamente, aunque aquello me pusiera a temblar las rodillas.

-Nada- respondió con acritud y caminamos tras la chica entre las mesas.

Ella tenía el cabello rubio hasta la cintura, unos ojos azules y la sonrisa perfectamente blanca, era bonita en efecto, y su rostro no encajaba con el de una camarera, nos llevó hasta la segunda planta, donde el aspecto del restaurante familiar cambiaba por el de un bar. Sonrió

-Él está en aquella mesa- dijo y Akun colocó un billete en el bolso delantero de su mandil. También le sonrió y la chica desapareció.

-¿Qué fue eso?-estaba perpleja

-Ella dijo que nos mostraría donde estaba Daniel, no que tuviéramos reservación-me guiñó un ojo

Había volutas de humo desperdigado por todo el sitio, los tacos chocaban violetamente contra las bolas de billar y había cenizas esparcidas por cualquier parte del piso que estuviéramos. Tosí

-Lo olvidaba, este no es lugar para una princesa- su tono de burla, de nuevo.

Me solté de su mano en un movimiento brusco, algo que deseaba hacer desde que había tomado la mía con absoluta decisión. Y con la misma seguridad hice lo propio ¿Quién demonios se creía?

Me metí las manos en las bolsas traseras del pantalón y me planté frente a la primer mesa de billar, según la camarera el tal Daniel nos esperaba en la última, donde se amontonaba más humo negro y era posible distinguir la barra de bebidas.

Akun se giró en redondo para ver el motivo de mi retraso, me vio ahí detenida como estatua en medio de un mausoleo. Sus ojos se volvieron burlones y caminó de nuevo hasta mi posición

-No vuelvas a llamarme princesa- le dije levantando la mano derecha

El se dio la vuelta y comenzó a caminar de nuevo

-Como digas princesa- repitió remarcando el calificativo y se rió. Si, era un verdadero fastidio un idiota sin vergüenza

Decidí que no valía la pena hacer berrinches por el compañero de equipo que me habían asignado, y también ignorar sus tontos comentarios, Akun se cansaría de llamarme de aquel modo y entonces yo habría vencido sin tener que seguirle el juego. Caminé entre las miradas lascivias y silbidos de los ahí presentes, hasta chocar con los músculos de su espalda.

-Eres demasiado femenina para esto- me dijo sin verme

-Podrías escoger algún otro punto de reunión si no te parece- no iba a caer en ninguno de sus juegos.

Lejos de hacer que se sintiera mal, se río como si le gustara mi actitud de auto defensa y entonces cruzamos la barra de bebidas. Ahí en la mesa contigua había un hombre que nos miraba fijamente, avancé detrás de Akun hasta llegar a su lado.

El hombre se puso de pie, era de mediana estatura y llevaba el cabello a navaja #1, tenía la nariz algo torcida y los ojos pequeños, como almendras, la cara ovalada y piel morena. Era musculoso y llevaba un playera los jeans desgastados y los tenis blancos y grandes, con todo eso, parecía alguien de fiar, sus pestañas caídas parecían un abanico de posibilidades sobre lo que podría convertirse.

Me miró y una fina línea se dibujó en su rostro, era una sonrisa. Le devolví el gesto y nos invitó a sentar con un movimiento de mano.

-Soy Akun Konibuk, Monde me ha dicho que tienes información para nosotros-

Akun habló en español y hasta aquel momento comprendí que el metamorfo que tenía delante de mí tenía toda la pinta de ser mexicano, mi acompañante apoyó los brazos y codos en la mesa y sus ojos miel inspeccionaron al sujeto. Daniel asintió y se pasó la mano izquierda por la cabeza, frotándosela.

-Es la ciudad más grande del País-habló por fin y aunque yo no entendía nada de lo que ellos decían podía sentir la tensión en el aire.

>> No va a ser fácil encontrarle si es que se trata de la misma persona, pero podemos movilizarnos.

Todo aquello fue un intercambio de palabras en español y mexicano que en mi vida había escuchado, maldije internamente por no tomar la materia optativa de lenguas en la facultad. Ahora era demasiado tarde. Intenté filtrarme en la conversación, deslicé la mirada de Akun a Daniel cientos de veces, pero ninguno de ellos estaba interesado en hablar conmigo.

Me crucé de brazos a hacer lo único que se me había dado bien durante este año. Esperar. Si algún día me decidía a tomar clases de español, tendría que comenzar por articular unas cuantas palabras, ese simple Hola, me costaba un trabalenguas, ¿Por qué no todos los idiomas eran tan sencillos como el inglés?

-… Renesmee Cullen- dijo Akun señalándome y Daniel asintió.

Solo en ese instante supe que se referían a mí, y me sentí patética al no poder entender nada de lo que ellos hablaban, bien, si Akun quería remolcarme con él a sus encuentros con personajes mexicanos primero debía enseñarme algo básico de español. Seguía sin comprender como un nativo brasileño hablaba idiomas. Decidí guardarme ese haz bajo la manga, como un aliado mío. Para vencerlo a él.

-Daniel necesita que le des alguna referencia específica sobre Jacob- la mención de su nombre me hizo latir violentamente el corazón, en efecto Akun no conocía que mi mente y mi familia nos reservábamos el derecho de llamarle así para evitar causarme dolor, pero mi dolor ahora no importaba, sufrí el liquido que me quemó la garganta cuando respondí

-Jacob tiene una cicatriz- le dije a Akun y el asintió por primera vez en el día con seriedad- es una especie de estrella entre las costillas y el estómago.

Aquella marca le había quedado después de la batalla contra los neófitos cuando había defendido a mi madre de victoria. Mi padre me había explicado la creación de la horda de vampiros a manos de la pelirroja que buscaba venganza, mi familia y los lobos habían guardado el secreto sobre aquel incidente.

-Son ellos Nessie, han vuelto a crear una horda de vampiros neófitos, tengo que sacarte de aquí-

Eso había dicho él antes de desaparecer de mi vida, mi padre tuvo que develarme todos los secretos surgidos de esa etapa en sus vidas si quería que todo se aclarara, mi padre había dicho que Jacob creía en la creación de nuevos vampiros por las desapariciones de chicas en Port Angeles hacía un año, pero a ciencia cierta nadie sabía que había ocurrido con aquellas mujeres. Solo que alguien pretendía llegar de nuevo hasta el clan Cullen, y en su paso había encontrado a Jacob.

Era la suposición que mi familia vampírica y lobuna queríamos dar por certera. Todos teníamos dudas aún.

Akun tradujo y Daniel asentía lentamente alrededor de 5 minutos después se pusieron de pie, imité su gesto porque sabía que se avecinaba la despedida, las manos me sudaban cuando Daniel inclinó la cabeza en mi dirección. Lo entendí como un “hasta luego”

El hombre se esfumó entre el humo debajo de las escaleras y Akun se desplomó de nuevo en su silla.

-Necesitas un diccionario-me dijo antes de mofarse.

Puse los ojos en blanco y pedí al cielo fuerzas suficientes para no arrancarle la cabeza

-¿Podrías solo decirme que pasa?-le pregunté imitando su gesto anterior y tomando nuevamente asiento

Akun se puso de pie y estaba segura esta vez que lo hacía a propósito, contuve mis fuerzas en los puños y cerré los ojos por dos segundos “Respira Renesmee” me recordé “solo unos minutos más”

-Vámonos, se hace tarde- se limitó a responderme.

Para las 5 de la tarde el restaurante estaba despejándose, no vimos a la camarera por ningún lado, cosa que agradecí en el fondo, la chica no tenía la culpa de estar siendo seducida por un hombre-ave que utilizaba su belleza para conseguir que lo dejaran infiltrarse a un lugar donde no había reservado. Aunque aquello me llevara entre los pies a mi también.

Agradecí el cambio en el ambiente, el aire fresco de Port Angeles y el vago sol que se colaba entre las nubes, sentí su presencia detrás de mí y volví el rostro para mirar sus ojos cerrados, Akun inhalaba el aire de aquel sitio y se llenaba los pulmones con una gratitud impresionante, imaginé que desearía estar en el aire extendiendo sus alas cortando el viento, y como si pudiese adivinar mis pensamientos-de nuevo- extendió los brazos al cielo.

Al segundo siguiente ya había caminado hasta su mustang y sostenía abierta la puerta del copiloto

-Ya no necesitas actuar-le reproché y me metí en el vehículo, cruzándome de brazos cuando estuve dentro.

Las manos de Akun tamborilearon en el volante y en la palanca de velocidades, me pregunté qué estaría esperando para darle marcha y deshacerse de mí. Era demasiado evidente que él y yo éramos incompatibles y ninguno se sentía cómodo con la presencia del otro, así que ¿para qué prolongar tanto la agonía?

-Daniel me dijo que habían visto a un chico, se parecía mucho a tu Jacob

Sus ojos no me miraron, esquivaban la nada en medio de la Marine Street , había algo en su manera de referirse a Jacob, algo que no me gustaba, o quizá era la extraña sensación de que odiaba que su nombre-que para mí era sagrado- lo pronunciaran los labios de Akun. Que no tenía nada de santidad, ni siquiera el nombre.

No podía hablar, saber de alguna esperanza me hacía temblar y no me gustaba alimentar ese deseo, solo quería que fuera cierto, volver a verlo, solo pedía eso.

-¿Tienes alguna foto de él?-sus ojos se clavaron en los míos y asentí sin fuerza, con el corazón latiéndome violentamente contra el pecho.

Akun dio marcha al automóvil, sus intentos por obtener alguna información de mi parte en aquel momento parecían haberse reducido a la nada, no estaba demasiado dispuesta a colaborar.

Pretendí dormir el camino de vuelta a casa, no pude, las luces de las farolas en la carretera me hacían sentir más distante aún. Tenía miles de fotos, todas escondidas en algún lugar de mi casa en Forks y muchas más en la mansión de Chicago, eran señales, recuerdos, vestigios de una vida que estaba perfectamente planeada y que ahora la veía tan difuminada como el humo de un cigarrillo.

Ahí fue donde me asaltó la primera duda ¿Y si todo lo que está perfectamente estipulado no fuera cierto? ¿Y si la imprimación no fuese lo suficientemente fuerte para mantener dos corazones, dos almas, unidas? Era imposible que mi vida planeada al lado de Jake se desmoronara como mazapán. La magia, las leyendas, eso existía pero ¿sería todo certero?

-¿Qué clase de cambia formas es Daniel?-le pregunté

Había tenido aquella duda desde hacía mucho tiempo, quería suplirla necesitaba saber, aunque en el trasfondo de todo eso la única e inquietante duda era ¿qué sabe el de Jacob?

-Es un perro- respondió como restándole importancia.

Me tensé y el bufó.

Dio un golpe en el volante con la mano derecha

-Vamos, no me refería a… eso- el estaba enterado del apodo que habían ganado los miembros de la manada dentro de los clanes de vampiros, el apodo favorito de la tía Rose para referirse a Jake. Perro

>> Realmente son perros, es mexicano. – su mirada escudriñó la neblina que comenzaba a descender en el pueblo natal de mi abuelo Charlie. Pasamos junto a su casa.

Añoraba los días de visita ahí, todo era tan fácil en aquel tiempo. Todo estaba en su lugar Jake a mi lado, y mis padres velando por mi seguridad, tenía la plena certeza de que no había mejor sitio para mí que entre ellos tres. Las cosas habían cambiado.

-Harán lo que puedan por encontrarlo- añadió y asentí entre temblores

Las miles de preguntas sobre la conversación pasada se ahogaron en la garganta cuando Akun miró el cielo y seguí la dirección de sus ojos, frenó bruscamente de nuevo y en un santiamén bajó del auto. Entre la neblina solo pude distinguir los músculos contraídos de una espalda desnuda que no era la de el chico que hacía 2 segundos manejaba el automóvil en el que yo estaba sentada. Otra ave. El tatuaje negro que había entre sus omóplatos era idéntico al que usaba su parvada. Lo reconocería como integrante de los kanoê en medio de un mar de gente, solo por ese detalle.

Akun frunció el ceño y le tomó por el cuello con la mano derecha, sus ojos se volvieron helados y desgarrantes. Tuve miedo. Quise salir a protestar por ese chico. Cualquiera que fuese el error cometido, y por muy líder que él fuera no tenía derecho a tratarlo de ese modo. Pero me quedé petrificada

Su expresión temblaba hasta llegarle a la fina línea que delimitaba la boca, el otro alzó las manos y Akun aflojó el agarre, el ave entró en fase y voló tan alto como pudo. Los puños de Akun temblaban cuando agarró el mando del auto de nuevo.

-¿Qué sucedió?- en realidad no quería saberlo

El no me respondió, pisó el acelerador y entramos al camino de tierra que conducía a mi casa. Me sentí segura en aquel sitio, quería estar lejos de ese hombre. Cuanto antes mucho mejor

-Otro pequeño detalle- masculló.

Mi padre estaba esperándonos plantado en medio del camino que conducía a la casa. Demonios el celular. Lo saqué del bolso trasero en el pantalón. 50 llamadas perdidas era una exageración. Aunque no recordaba haberle puesto el silenciador, el botón estaba accionado, vaya mierda de hacer despertar la furia de Edward Cullen, mi padre no me tragaría ese cuento.

-Papá va a castigarte ¿cierto?-se burló. Otra vez

Bufé

-No pienses- le ordené- Bloquea tu mente, no quiero que sepa donde hemos estado.

El auto se detuvo, supe que Akun no iba a guardarse sus pensamientos, con toda seguridad mi padre a estas alturas ya sabría que habíamos visitado un lugar atestado de humo de cigarro, cervezas, sexo y billar. Nada que entrara dentro del paradigma de un sitio de investigación entre el líder y yo.

-Papá puedo..- sus brazos acallaron las palabras que intentaban salir. Excusas

-Prometiste cuidarla- replicó aún pegándome a su pecho

-Sana y salva ni un hueso roto- respondió sínicamente

Pude sentir el gruñido que salía del pecho de mi padre, estaba segura que se controlaba por mí. De no ser así Akun ya no tendría cabeza en ese momento.

-No volverá a salir sola- añadió mi padre.

Acto seguido me remolcó con el tomándome la mano. Me hizo sentir deprimentemente pequeña y malcriada, giré el rostro para ver desaparecer a Akun en su mustang, una sonrisa de esas maliciosas asomaba su cara. El peso del calificativo que seguramente el estaría pensando regresó como si lo estuviera pronunciado. Princesa. Me dieron ganas de vomitar. Tenía razón y yo odiaba reconocerlo. El y yo aún teníamos una charla pendiente.

-¡Gracias al cielo!- exclamó mi madre cuando entré a la sala. Corrió a abrazarme

-La ha llevado a un bar- añadió el lector de mentes

Le lancé una mirada furica, está bien que el conociera el secreto pero ¿Por qué hacer que toda la familia también se enterara? Me sentía bastante niña de por sí ya con esa situación y él aún le echaba leña a la hoguera.

-Edward…- el abuelo quiso intervenir, pero mi padre ya estaba dándole de marrazos a la mesa del centro

La abuela Esme contuvo una exclamación ahogada. Era su mesa favorita.

-Basta ya Edward te comportas como un niño- le gritó mi madre y fue hasta su encuentro.

Emmett y Jasper me miraban con una expresión divertida, en efecto pensaban que me había pasado la tarde fumando y bebiendo. Estando de lo lindo

- ¡Como si con ese esperpento pudiera sentirme tan bien para hacer lo que sus sucias mentes piensan!-me descubrí gritándoles y subí las escaleras

-Te enseñaré a sostener un taco- y el tío Emmett se carcajeó.

Entre las sábanas esa noche hubo una afirmación. Akun tenía razón en burlarse de aquel modo de mi vida. Toda yo era una burbuja impenetrable, infranqueable, siempre rodeada de personas que me hacían las cosas fáciles, jamás había padecido nada. Y aún así en el dolor de la pérdida de Jacob tampoco estaba sola. Tenía todo a mi alcance. Era rica. Una niña malcriada en efecto. No carecía de nada. Dolía pensar en todo aquello, era como si mi vida hubiese estado cimentada en un castillo de Disney, un cuento de princesa que jamás se había desmoronado. Tenía una vida hecha desde el momento en el que nací y un amor para vivir felices para siempre, pero jamás nadie me había preguntado qué era lo que yo quería. Tampoco lo sabía, porque no había aparecido nadie que me hiciera plantearme todas esas dudas.

Akun tenía razón en algo más, algo que yo había tomado de muy mala gana, pero que ahora en el calor de mi cobertor se levantaba en armas en mi mente

-Suficiente has de tener con aguantar a tu padre-

El no estaba equivocado, nunca había sopesado esa afirmación ¿Quería seguir siendo una princesa inútil el resto de mi vida? No solo por mi padre, toda mi familia. Toda mi vida era una puesta en escena.

No tenía respuesta ni fuerzas suficientes, solo un pesado sueño que se fue haciendo presente. Escuché el chasquido de una silla que se astillaba en la planta baja y sonreí. Mi padre seguía haciendo rabietas. Estaba harta de las rabietas y de ser una princesa….....

4 comentarios:

M.Black dijo...

Bueno es la 1:47 y he terminado de leer. No puedo decirte lo que pienso por que me he quedado perpleja. Haz inventado un mundo completamente diferente a Twilight pero con su misma esencia. Sabes manejar perfecto todo cada detalle, cada suspiro, cada palabra necesaria y cada movimiento del personaje a la perfeccion.
Mis respetos Vii solo eso te puedo decir.
Akun me empieza a agradar y creo que ese hombre sera indispensable en la trama no mequiero adelantar a los hechos pero creo q es el tercero en discordia bueno hablando de eso y mi Jake????????? Me niego a pensar que esta muerto. Me niego a decir que es un traidor...pero donde esta????????...Ok haremos esto yo me qedo con mis dudas hasta el siguiente capitulo jajaja y tu pues haces lo que mejor sabes hacer....Boreal.

Felicidades Vii y un grAN BESO.

mUCHAS GRACIAS POR esta historia.

Pedi a gritos una nueva historia que me cautivara y aqui estoy fiel hasta el final.

Atte:

Mony Black :D

Teles dijo...

Me encanta Akun, sí, cuanto más leo sobre él, más me gusta!!!
Esta historia me apasiona amor, espero que las tareas de la universidad te permitan actualizar pronto...
Un besazo
T.

Noel Arias dijo...

Akun conquistas corazones!!!
Es inevitable no sentirse atraida a esta clase de hombre "malos".

Renesme debe irse concuidado ya que se puede quemar con este hombre!!!!

Adoro Boreal!!

Ya te lo he dicho???

Sigue asi!!

¡¡bamh!! dijo...

Ese Edu a mi tambien me pone tan de malas ¬¬
Venga, que Esme y yo le partirimos las bolas a ese vampiro por romper su mesa favorita.
Uuuuy Akun. :D