viernes, 16 de diciembre de 2011

INTERLUDIO "JACOB MARSHALL" (ADELANTO)

El aceite del automóvil se escurrió entre mis manos, me sacudí la cabeza intentando despejar todas las imágenes que se agolpaban en mi mente, un torbellino de escenas sin sentido, y sobretodo aquella voz, esa que gritaba mi nombre desesperada, todo aquello era desconocido para mí, y no podía significar nada porque esos flashes solo aparecían por un tiempo, después se eliminaban, y jamás los volvía a recordar.

Sin embargo, esta vez quería descubrir el porqué de su existencia, la razón de escuchar aquella voz, la razón de las imágenes, de los gritos aterrados, y de ese fuego que se expandía en mi memoria, que me mantenía en vela y después se apagaba, para regresar con más fuerza, en cuanto la nueva ola de flashes centelleara en mi memoria.

-¿Te encuentras bien, hermano? - Leo me preguntó cuando me encontró limpiando el suelo alrededor del mustang negro descapotable.

-Ya sabes, lo de siempre- respondí mientras exprimía el trapeador en un cubo de agua.
Seguro
-¿Le has dicho algo de esto ya a Libeth?

-Esta vez no, pero de cualquier manera siempre me ha ayudado con la jaqueca.

-Jake, deberías ver a un médico, piénsalo, si la enfermedad se agrava, Libeth se muere de dolor.

La sola imagen de Libeth me causaba un dolor creciente, no podía dejarla sola, no cuándo era lo único que tenía, por quien me aferraba a la vida. Leo tenía razón debía contarle que las jaquecas habían vuelto, siempre era lo mismo, todo venía de pronto, como máximo 5 veces al año y en cuanto le contaba a Libeth, todo se iba, era como si ella misma fuera mi anestesia, o mi cura.

-¿Piensas abandonar a tu prometida antes de la boda?

No, ella me mantenía con vida, y yo no podía irme, no concebía imaginarla pequeña y sola, echa un mar de llanto e incapaz de aferrarse a vivir. Porque si algo tenía seguro era lo que siempre me repetía.

-Sin ti Jake, la vida no tendría sentido para mí

Y para mí tampoco tendría sentido la vida sin ella. Era todo lo que conocía, desde siempre. Curiosamente no existía un solo lugar en mis recuerdos en los que no estuviera ella. Desde niños, el colegio, la carrera y ahora estábamos a un paso de estar juntos para siempre, como habíamos querido. Nuestros sueños cumplidos.

-Piensa en tus padres, estoy completamente seguro que Mary y Tomas no lo resistirían, si quieres mi opinión, ve a ver a un médico lo antes posible.

Leo me arrojó un trapo para secarme las manos, Libeth trabajaba en un hospital privado y el doctor al que prestaba sus servicios, era quien le recetaba los medicamentos para que yo pudiera volver a sentirme bien. Sin dolores de cabeza.

La imagen de la chica de cabellos cobrizos y rizados relampagueó con una nueva fuerza en mi mente, ¿Qué pasaría si no le contaba nada a Libeth y seguía adelante con todo ese enredo intentando descubrir qué me pasaba? Sin embargo Leo tenía razón, podía ser egoísta y no contarle a nadie, pero si el problema era grave, mi madre seguramente moriría de dolor.

No veía a mis padres muy seguido, Tom y Mary, vivían en Monterrey, colindaba con la frontera a Estados Unidos, pero nos visitaban cada que era posible hacer el viaje, Libeth y yo nos habíamos comprometido hacía dos años, antes del accidente.

Libeth siempre describía aquella etapa de nuestras vidas como el antes y después del accidente, decía a menudo que las lagunas mentales que sufría eran secuela de aquel tremendo golpe. Mi Sedán plateado se quedó sin líquido de frenos, la curva que tomaba era bastante cerrada, iba camino a ver a mis padres, pero el auto no reaccionó a las órdenes, voló hacia el desfiladero, dio 5 vueltas y terminé estrellado contra la bolsa de aire, la cual según todos los especialistas que mi familia había consultado era la causante de que siguiera con vida. Libeth se encargó de atenderme, y mis padres habían viajado hasta el centro de la ciudad de México para estar a mi lado. Mi prometida llora cada vez que recuerda todo eso, no es fácil ver cómo se disuelven todos tus planes y más aún cuando no tienes ni puta idea de cuáles eran.

Yo creía en Libeth, en todas mis memorias estaba ella, siempre que preguntaba por alguna fecha ella la recordaba, estábamos juntos en los anuarios del colegio, juntos en las fotos de los bailes, juntos al pie de la torre Eiffel, en los campos de Verona, tomados de la mano y sonriendo ante la cámara cuando ella se graduó de la universidad, entonces decidí seguirla, los padres de Libeth habían muerto unos meses después de su graduación en un accidente aéreo, las imágenes en los periódicos me lo confirmaban. Ella había rechazado todas las propuestas de trabajo en Estados Unidos, la memoria de sus padres que también habían sido doctores, le llevó a trasladarse a México, y ahí estaba yo con ella, mostrándole el gran amor que aún le profesaba. Y después ocurrió el accidente.

No importaba cuán confusas eran las cosas para mí, mi familia y mi prometida conservaban la fe, y esperaban que algún día pudiera volver a ser el mismo Jacob Marshall que había sido. Cuando los flases de luz, los sonidos y las imágenes se apoderaban de mi consciente y subconsciente sólo podía sentirme como un traidor

2 comentarios:

Gaby dijo...

queeeeeeeeeee???? le han lavado el cerebro a jake :O
nooooooooooooooooooooo :O ay dios mio //
como hizo libeth para tener todas esas fotos con él??? me mueeeeeeeero

melissa dijo...

Pobre Jake no sabe en lo que esta viviendo,que le hicieron a mi pobre lobito, muero por leerlo completo, me encanta la historia Vii.
Besos.